lunes, 26 de julio de 2010

Malas noticias para mis seguidores

Renuncio a mantener este blog.

Hoy vine a Leticia (30 minutos en un colectivo que solo pasa 3 veces al día) expresamente a copiar y pegar los tres mensajes largos que ya había escrito en la reserva Canangucho, desde mi portátil. Traía todo en mi memoria USB, que esta mañana, allá, funcionaba perfectamente. La conecté en la máquina que me dieron del principal café internet de Leticia y descubrí que no puedo acceder a ninguno de mis archivos, ni fotos, ni nada. No sé qué le pasó, pero me muestra todas mis carpetas como si fueran accesos directos. En palabras llanas, están los fantasmas de las carpetas, pero no las carpetas. Y de los archivos, ni rastro, no hay manera de acceder a ellos. Temo que un virus se haya llevado toda mi información.

Respiré profundo, conté hasta 10, y me puse a tratar de recomponer los textos y de repente... ¡se fue la luz! Como el internet aquí es tan lento, supongo que no funcionó la opción de guardado automático que tiene Google y, de nuevo, perdí toda la información. Tuve que pagar el tiempo que había navegado, a pesar de que no logré nada. Solo escribir estos dos párrafos me ha tomado 16 minutos de navegación (y yo no escribo precisamente lento).

Así que renuncio. No tiene sentido tomarme el trabajo de escribir las cosas y venirme hasta aquí para perderlo todo. No voy a hacer más intentos. Es demasiado, no tengo tanto tiempo aquí (ni tanto dinero). La buena noticia es que no me voy a tardar mucho. Vuelvo en una semana larga, pues mis afectos y mi trabajo me requieren en Bogotá. Para entonces, prometo que publicaré aquí los mensajes que escriba hasta entonces (y que guardaré en el disco duro, no en la USB, ojalá no se dañe mi portátil), y colgaré las fotos que, por ahora, están "seguras" en mi cámara fotográfica.

Para no dejarlos esperando tanto, les contaré que estos días me la he pasado metida en Canangucho, la reserva en la que me estoy quedando y que Chan administra. Ahora es baja temporada y no hay nadie más, de modo que tengo la cabaña para 6 personas disponible para mí sola. Chan me ha recibido maravillosamente, a pesar de que llegué un poco de improviso y en calidad de huésped honoraria, a cambio, por ahora, de lavar los platos, pues no hay mucho más que hacer en estos días. El próximo fin de semana esperamos a 10 turistas que se quedarán dos noches. Cuando se vayan, empezaremos a desmontar todo el lugar, pues Chan debe devolver el terreno a su dueña original. Ellos lo estaban comprando, pero a último momento ella decidió multiplicar por 8 el precio negociado inicialmente. Como era un contrato de palabra, y en este mundo las palabras se las lleva el viento, no hay nada que hacer. De todos modos, la señora destinó el terreno aledaño para que sea el nuevo basurero de Leticia (el actual ya se está llenando) y eso no le convenía a Canangucho. Chan hizo todo lo que estuvo a su alcance para frenar el proyecto, pues es un basurero mal montado, sin políticas de reciclaje: nada ecológico. Básicamente van a tirar toda la basura ahí, en el borde de la selva. Chan propueso que se montara un proyecto con todas las de la ley, con manejo responsable de residuos, separación de desechos y toda la cosa, pero el negocio ya va rampante, y la plata, tristemente, es más importante para el gobierno que la conservación del Amazonas.

Ya renunció a hacer nada más, pues incluso lo amenazaron de muerte (¿quiénes? en Colombia nunca se sabe el rostro detrás de la violencia). Así que va a coger sus coroticos y se va a trasladar a otra reserva, donde sus socios ya tienen montado otro albergue, más cerca de Leticia. La próxima semana será, pues, de desmontaje de todo. No sé si mi ayuda sea útil, pues es trabajo pesado, desclavar todo y desmontar todas las cabañas, la maloca, el comedor. En fin, aunque sea cocinando, con algo ayudaré.

Mientras tanto, los días pasan largos y perezosos. No he salido de allí prácticamente nada. A veces por el calor, a veces por la lluvia. Hoy daré una vuelta por Leticia, y visitaré a Arianne, una amiga que vive a 4 kilómetros del pueblo, en una casa en un árbol (espero poder tomarle fotos).

No les cuento más, porque los minutos pasan y el presupuesto es corto. Como ven, no habrá muchos mensajes nuevos hasta que regrese a Bogotá. Lamento decepcionar a mis lectores, pero he aprendido que en la vida no es bueno ir contra la corriente. Es un desperdicio de energías. Y si no, pregúntenle a mi maestro de tai chi.

¡Besos a todos!

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