Empezaré por lo que más vale la pena relatar: los atardeceres de aquí, amplios, profundos, dorados. Contemplar el cielo despejado surcado por loros (¿o serán golondrinas?) que vuelan de un lado a otro sin que sepamos qué buscan, y que desaparecen en dos minutos sin que sepamos a dónde fuiron. Champeta en las tiendas junto al muelle y gente tomándose fotos. Una pareja de señoras me pidieron que les tomara una, pues se habían reencontrado aquí, después de 30 años. No pude entender si duraron 30 años en el Amazonas sin volverse a ver después de que llegaron "jóvenes y bellas", o si una de ellas se fue y regresó después de 30 años. "Pero todavía somos bellas", puntualizaron. Un encuentro fugaz.
Mi vuelo se retrasó por partida doble: cierre aeroportuario y desinformación de la aerolínea. Como había demora, alguien de Aires dijo que el vuelo saldría a las 3. Salió a la 1.30, pero hubo quienes se fueron a almorzar para volver a las 3 (la gente hace cada cosa...). Duramos media hora sentados en el avión esperando que sacaran las maletas de los pasajeros desaparecidos, pues "por seguridad" no podían llevar las maletas sin los pasajeros.
Encontré un hotel donde me prestaban la red de internet inalámbrico a cambio de consumir algo en el restaurante, pero no funcionó: mi computador no quiere conectarse con nadie. De paso, perdí la SIM Card de Comcel que compré hace dos días, en un descuido en la Plaza Orellana, el último lugar donde recuerdo haberla visto. Regresé a buscarla sólo por si acaso, pero nada... tuve que comprar otra.
De resto... no sé mucho más. Tengo una cama compartida en una habitación de un hotelito sencillo cerca del centro. Hablé con Chan, el amigo que dijo que podía recibirme y quedé de llegar allá mañana, a 15 kilómetros de Leticia.
En fin... ya estoy aquí y mañana será otro día.
NOTA A LOS NEÓFITOS: Este blog (como todos) tiene las entradas más antiguas al final, así que lo primero que sale es lo último que se escribió. A la derecha encuentran el menú "Lo contado" con las entradas publicadas.
jueves, 22 de julio de 2010
miércoles, 21 de julio de 2010
De palabra
Voy a buscar a los contadores de historias. Los que saben que la historia es más verdadera que la verdad. Que depende de cómo se cuente. Que la pesadilla que soñamos es completamente consecuente con las historias que nos contamos. A buscar más voces.
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